domingo, 25 de noviembre de 2012

Ade_manes. Masculinidades en cuerpo ajeno.


Los ade_manes[1] en mi cuerpo son una tacha, una tacha que marca una representación abyecta[2]. Un trazo que, como Doris Salcedo describe en su propuesta Shibboleth [3] delimita la viabilidad de unos cuerpos en un territorio, cuando al construir una grieta de 167 metros de largo en la Tate Modern señala:
"La obra lo que intenta es marcar la división profunda que existe entre la humanidad y los que no somos considerados exactamente ciudadanos o humanos, marcar que existe una diferencia profunda, literalmente sin fondo, entre estos dos mundos que jamás se tocan, que jamás se encuentran".[4]
Siendo la primera mujer latinoamericana que exponía en ese espacio, Salcedo abre una grieta en el mainstream, por medio de la cual critica la definición moderna de lo humano, que produce un antagonismo entre lo Uno y lo Otro, hallando una representación del vacío que delimita una diferenciación significativa, en donde lo que es considerado humano genera distanciamientos, señalamientos y diferencias.
Con respecto a lo que dice Salcedo sobre estos mundos que no se tocan considero que los dos bordes de la grieta se interpelan, desde la ausencia, puesto que las marcas que separan unos cuerpos de otros son relacionales. Blanco es blanco con respecto al negro, un hombre llega a serlo porque no es una mujer, la diferencia entre norte y sur, allí es donde los límites cobran sentido, por medio del rozamiento entre sí, recordándonos además que no son categorías estáticas. Por lo anterior reconozco ésta grieta como un vacío que se construye desde las relaciones mismas, que al establecer una distancia frente a lo otro, funciona a modo de reflejo de lo uno para legitimar a éste último, para reafirmarlo. Así que la distancia no se establece como una muralla de dos mundos que no se tocan, sino que se genera a través de dos mundos que al tocarse queda delimitada su distancia, pues su relación es lo que los significa y los sitúa.
De ésta manera, la categoría de género por ejemplo, no sólo se construye en torno a uno mismo sino también en la relación con otros, interviniendo en eso que creemos tan nuestro como la subjetividad, pues estas normas implícitas en las relaciones con género delimitan y determinan, el flujo y las formas de estos cuerpos en el espacio, en donde su cercanía o distancia de las mismas delimita su reconocimiento .[5]
En ese agrietamiento negativo que distingue unas corporalidades de otras está trazado mi cuerpo que materializa una distancia constitutiva con respecto a lo femenino, en la encarnación de una masculinidad vivida en un cuerpo asignado como femenino culturalmente. Soy lo que en mi infancia se nombraba “marimacho”, categoría que funcionaba para denunciar a unos cuerpos que se salían de las normas de lo femenino, una mujer amachada, una relación con el género que me enmarca dos veces en el no hombre, pues, al ser categorizada como una biomujer, represento epistemologicamente al no hombre, y al no llevar una masculinidad que se materialice en un cuerpo asignado como biohombre llego nuevamente al lugar del no hombre.
En este orden de ideas me he fugado del género dos veces, doblemente marcada, soy extranjera en éste género, que me ha demostrado rotundamente esa distancia, cuando por ejemplo en los juegos de mi niñez no me dejaban jugar por no llevar la feminidad al límite del reconocimiento. Actualmente, aparece en lugares como el baño en donde la no correspondencia clara con el sistema sexo/género/deseo me pone al descubierto como una corporalidad que debe ser vigilada. De manera similar funciona en las calles cuando en múltiples ocasiones se me ha hecho notar desde fuera que soy extranjera en la feminidad, con alertas a modo de insulto como: “Le falta la antena” declaración que busca regularme y situarme de nuevo en el ámbito de lo femenino puesto que no puedo usurpar otra identidad.
Posicionamientos subjetivos que me llevan a cuestionar los límites del sistema sexo/género/deseo con respecto a mi materialidad como una machorra lesbiana en un régimen heterosexual, en donde al tratar de indagar en una subjetividad que me antecede, no sólo convoca mi experiencia sino que habla en una escala más alta sobre los cuerpos fugados del género, impostores, desobedientes, disidentes y ante todo en una posición de resistencia.
[6]          Como en el caso de las fotografías de Opie y Hazekamp, en donde indiscutiblemente esa traza constituye una herida que marca, ya sea por la inviabilidad de poder realizarse en un hogar lesbiano al margen de una matriz heterosexual, o las cicatrices que se delinean a través de las violencias que se ejercen en nombre de la normalidad. Adjetivo que al enunciar lo que debe ser normal define claramente eso que no es, delimitando un vacío constitutivo nuevamente, que en este caso enmarca otro matiz del mundo de lo negativo, un lugar en donde la división se ejerce a través de prácticas del silencio, en donde el mismo constriñe, regula, sitúa y también hiere.
Allí mismo en la vida al borde de los límites del género, en los cercos de la negatividad, es posible generar una relación con el mundo que es lo que llama Alaska “Los paraísos artificiales”[7] los cuales son utopías del presente, construcciones artificiales que permiten materializar unos agenciamientos corporales  por medio de la resignificación de categorías que no escogemos ni escogimos pero sí nos determinan. Los paraísos artificiales serían entonces unos posicionamientos subjetivos que se encarnan por medio del deseo, el deseo de poder ser lo que unx quiere, que al rechazar una vida en la nulidad, representa en términos de Platero la disposición de un espacio con unas condiciones de materialidad para poder ser, al margen de unos límites que no son nuestros.[8]
Es así como la negatividad representa para mi no sólo la tacha, sino también la posibilidad de generar resistencias desde el cuerpo que permitan abrir un horizonte para la viabilidad de cuerpos no reconocibles dentro de los marcos de la matriz heterosexual de diferenciación sexual, sin la cual la habitabilidad de estos cuerpos resulta imposible e insoportable. Es así como se vive en paradoja según Butler una lucha entre las normas y las posibilidades de resistirlas para materializar el deseo propio.
El planteamiento que quiero llevar a cabo por medio de éste texto es la condensación de una reflexión de largo alcance que ha sido motivada por mi experiencia situada en los límites de la paradoja, que más que exponer mi propia experiencia, presenta formas activas de resistencia, que he desarrollado por medio de algunas estrategias que están al límite (dentro y fuera) del museo en las prácticas artísticas y los procesos creativos, de las que me he apropiado utilizándolas como herramientas críticas para cuestionar las normas, políticas, representaciones y discursos que anteceden mi subjetividad abyecta. Lo anterior me permite cierto nivel de agenciamiento y por lo tanto me lleva a plantearlas como estrategias de transformación y de subversión que pueden llegar a resignificar la experiencia subjetiva.

[10]         Cuando me trasvestí como Serguei LTDA, no lo hice para personificar el deseo de ser otro inverso y masculino, puesto que lo asumí como una estrategia que me serviría para cuestionar el género como productor y regulador de unas identidades particulares, por medio de las cuales se sitúa a los sujetos en unas relaciones de poder.
Es así como éste cambio en mi performatividad no consistió en transitar de un género a otro sino en confrontar las ficciones de género,  por medio de las cuales el mismo se reconoce como una categoría naturalizada que legitima éstas relaciones de poder.
Desmantelar el género como una producción cultural y reconocerlo entonces como un sistema que ejerce un alto nivel de violencias a través de la categorización de los cuerpos sexuados, implicó entender mi lugar de enunciación dentro de esas relaciones de poder, en donde lo que representa e implica ser asignada como mujer a la hora de nacer, de antemano extiende unas desventajas en la esfera pública y privada.
A través de la historización de la categoría, realicé una revisión respecto al sujeto mujer, en donde al hacer una lectura de la representación femenina usando la metodología de Barthes en Mitologías. Tomé imágenes de la televisión, la historia del arte, la publicidad, textos, ensayos para analizar los discursos que antecedían su representación, allí logré ver la negatividad de ésta categoría, en donde su subjetividad es un instrumento en un mundo masculino. 
De ésta manera habitar la categoría mujer trae consigo esa historicidad, en la cuál hace muy poco tiempo somos consideradas ciudadanas, donde en la historia del arte por ejemplo, hace menos de cien años dejamos de ser objetos y musas para ser sujetos y constructoras de un arte propio, que recientemente dejó de ser considerado ornamental para ser valorado en sus propias dimensiones; aquella es una tensión que aún hoy se mantiene con esa noción de humanidad moderna, por medio de la cual todavía somos significadas. 
Cuando saco las imágenes de Serguei LTDA. a la calle, lo hago por medio de unos calendarios, pues en medio de ésta revisión de imágenes traté de encontrar dispositivos en los cuales se regulara el género o al menos se interpelara. Era principio de año y en esos días no se deja de recibir almanaques con mujeres, carros o bebés, con alguna frase alusoria a la prosperidad del nuevo año. Pienso igual que éstas frases e imágenes no son neutrales y que de alguna manera éstas frases que describen el éxito están dirigidas a un sujeto masculino, de ésta forma identifico los almanaques como un dispositivo de regulación de género en donde la performatividad masculina se llena de significado; así que intervenirlos hizo parte de una estrategia para intervenir en esta producción subjetiva que desmantelara su artificio.
En su artificialidad reconozco el machismo de las masculinidades heroicas, como un objetivo a ser flanqueado, ya que sí el mundo femenino está significado desde el masculino, habría que prestarles atención para saber cómo boicotearlo, de ésta forma construí una masculinidad desde lo femenino. Era una parodia de lo masculino, que burlaba la legitimidad del macho que se construye bajo el presupuesto de ser un “no mujer” . Con el travestismo como estrategia saturé la categoría y me construí una masculinidad a punta de lentejuelas y escarcha, una masculinidad apropiada desde el mundo femenino, para rebasar los géneros, un pastiche simbólico que excedía sus categorías denunciando sus lógicas que fisuraba el sistema sexo/género/deseo, al saltar de la correspondencia de sexo=género=deseo. 
[11]         “Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer” Antonio Machado.
Éste es uno de los calendarios que repartí. Es la representación de una escena particular compuesta por un fotomontaje que hice en el cual situaba la pose de Serguei dentro del macho romántico. La mirada directa, un bigote hecho con lentejuelas negras y como atuendo una chaqueta de cuero negra entreabierta enseñando un poco mis tetas, para escenificar con esta puesta en escena la frase de Machado.
La de Machado es una afirmación que busca legitimar al hombre a través de la relación que pueda llegar a tener con una  mujer, que es además la inscripción del sujeto masculino en la matriz heterosexual. Pero la presencia que yo cito en esta escena lleva a la paradoja los presupuestos masculinos, hasta lograr subvertirlos y rebasar el género, pues cuando ésta afirmación es hecha por una biomujer lesbiana cambia totalmente su significado y se traslada a la imaginería lésbica.
De esa manera la masculinidad heroica es flanqueada, cuando parodio la virilidad en cuerpo ajeno, y construyo la representación de un Otro. Al ser la virilidad una característica que se piensa como biológica propia de los biohombres, nunca protésica, es constitutiva de una masculinidad que Halberstam describe como la performatividad que debe ser probada todo el tiempo, y que en este caso al traspolarla al tecnohombre. Esa artificialidad del género también se cumple, pero debe ser probada por medio de ade_manes en cuerpo ajeno que falseen su reflejo y produzcan un espejismo que corresponde al exabrupto.
Si no es posible apelar a una «persona», un «sexo» o una «sexualidad» que evite la matriz de las relaciones discursivas y de poder que de hecho crean y regulan la inteligibilidad de esos conceptos, ¿qué determina la posibilidad de inversión, subversión o desplazamiento reales dentro de los términos de una identidad construida? ¿Qué alternativas hay en virtud del carácter construido del sexo y el género?[12]
No creo que haya forma de deshacer el género que no sea deconstruyendo el sistema sexo/ género en sí, fuera de estos binarios no hay nada, pero en ellos está la materia a intervenir. precisamente es la metodología que me ha permitido encontrar formas creativas de boicotear el sistema, en las cuales apropiarme del género discursivamente e intervenirlo implica continuamente subvertir sus formas de regulación, saturando la categoría hasta volverla ilegitima
Así lo continúe haciéndolo hasta que dejé de desdibujar esas metáforas del género simbólicamente, y lo llevé un paso más allá al caracterizar a Serguei Ltda. en un escenario. En este espacio, no sólo denunciaba dispositivos de regulación de género que reconocía en ciertos lugares y dispositivos, sino que también me disponía a poner acción el mito completo, en el simulacro de una subjetividad fugada de los límites reconocibles y establecidos en este sistema, actuar performativamente para denunciar lo performativo del género.

[13]       Sin vergüenza es un performance en el que interpreto “Escándalo” una ranchera de Javier Solís que habla de un amor atravesado por la diferencia de clases. La viabilidad de este amor se pone en juego por la distinción de sus cuerpos categorizados a través de la clase social, como dos esferas que no deben juntarse, la clase baja y la alta. Decidí interpretarla porque si se traslada a la esfera lésbica, funciona de la misma manera, como una práctica sexual que es contraria a las normas establecidas socialmente, que en éste caso se refiere a la heterosexualidad obligatoria, que funciona como una práctica abyecta, marginada y vigilada.

“No hagas caso de la gente/ sigue la corriente/ y quiéreme más./ Que si esto es escandaloso,/ es más vergonzoso,/ no saber amar.”  Canta Solís en medio de su despecho y yo asiento con fuerza la misma frase, devolviendo así la vergüenza que inspira mi práctica amorosa. Mientras interpreto a Serguei, señalo que es la misma situación que vivo, cuando mi práctica  es regulada por medio del escándalo y el estigma, invalidando mi sexualidad a través de la heterónoma, sacando así ésta prácticas de la esfera social y devolviéndola al orden privado, donde reside lo intimo, que es el lugar en el cual se le permite habitar someramente a esas sexualidades desviadas, siempre y cuando no sean visibles ni una opción posible de sexualidad.
Un año después me presento en “Resistir y Articular” en la Universidad Javeriana, en un encuentro para pensar activismos y sexualidades, en la que soy invitada para personificar a Serguei Ltda. Por el escenario, siendo la universidad una Pontificia Javeriana, decido construir el performance en relación a la expresión española de “puta madre”, y construyo ésta vez un Jesús en clave femenina, con una monja guarra e interpreto “Santa” de la banda española Parálisis permanente. [14]

De nuevo me hago una masculinidad en negativo, que ésta vez no describe al macho sino al hombre de la imagen y semejanza, al hombre legitimo por excelencia Jesús, que al replicarla en la esposa de Dios, la monja, erotizo  también a Dios y lo hago carne de nuevo para cambiar los papeles con ésta sacrílega interpretación, en donde el objetivo es denunciar que en la legitimidad de los discursos religiosos, y en este caso la monja producen y reproducen las mismas relaciones de poder, en las cuales la mujer está al servicio del hombre.

Es así como ésta barba de Serguei representa un poder transferido, el de la legitimidad del sujeto masculino, justificada en unas características biológicas que constituyen un cuerpo más poderoso. En éste caso esa barba dorada funciona como la autoadjudicación de ese poder arbitrario que al apropiarlo, en este performance, se burla de esta ficción desafiando la sumisión de nosotras las mujeres en el patriarcado. Cuando al hacerme una barba con esponjilla Bom Bril dorada, subvierto el lugar de  nosotras como esclavas del hogar, tomando la forma de monja la esclava de la Iglesia, la esposa de Dios, para llevar ésta situación a la parodia en donde esa sumisión se convierte en una danza masoquista de autoplacer al son de la canción de Parálisis permanente, haciendo de la monja un sujeto burlón-burlesque dueño de su cuerpo y constructor de su deseo.
En el presente, hago parte de un grupo de Drag Kings de la ciudad de Bogotá: “Los Guarros King”[16] , en el cual, utilizo ésta práctica como otra estrategia de subversión travesti, una práctica que al parodiar la masculinidad produce sub_versiones de género que logran fugar al género cuando usurpan un otro que les es vedado culturalmente. Para mí representa una práctica de empoderamiento que propicia la resignificación de la experiencia subjetiva, en la que corporalidades abyectas pueden ser personificadas y constituirse en sujetos deseados y deseantes.
También se podría percibir que todos estos espacios de masculinidad pueden estar amenazando incluso una movilización política articulada alrededor de la identidad. En ocasiones no es necesario fijar una identidad reconocible en las categorías al uso -lesbiana/ trans/ bi/ queer/ boi/ etc.- para desplegar prácticas de movilización social.[17]
De ésta manera el travestismo para mi ha implicado una crítica radical a la identidad en donde intervenir el sistema sexo/ género/ deseo, me ha llevado a entender los procesos de subjetivación como producciones culturales, al permitirme desencializar las categorías de género; pues, si no son instancias biológicas, son culturales y las mismas pueden ser deconstruidas. Este reconocimiento me brindó la posibilidad de agenciamiento, pues, buscar formas creativas de habitar el género permite la viabilidad de presencias fugadas de lo femenino o lo masculino en donde el exilio de la heteronorma, es lo que constituye su resistencia, posibilidad y transformación.
No hay nada que desvelar en la naturaleza, no hay un secreto escondido. Vivimos en la hipermodernidad punk: ya no se trata de revelar la verdad oculta de la naturaleza, sino que es necesario explicitar los procesos culturales, políticos, técnicos a través de los cuales el cuerpo como artefacto adquiere estatuto natural… No hay nada que desvelar en el sexo ni en la identidad sexual, no hay ningún secreto escondido. La verdad del sexo no es desvelamiento, es sex design[18]
Es así  como la resistencia travesti, hizo que reflexionará acerca de atentados a éste sistema, más radicales, que involucren al cuerpo no sólo en lo simbólico, en su representación y en escena, sino en el lugar en donde esas bipolíticas que producen nuestra subjetividad actúan para generizar nuestra carne, es así como dentro mis estrategias de resistencia, he optado por involucrar subversiones desde el propio cuerpo y en la vida diaria, que reten la categorización naturalizada del género.
Me he dejado crecer la vellosidad de mis piernas y el ombligo, y ahora estoy moldeando mi cuerpo a través en un entrenamiento personalizado en el gimnasio para construirme un cuerpo musculoso, estoy desafiando al género en sus formas de legitimación de nuevo, pero ésta vez el acercamiento es diferente e interpela mi corporalidad en la vida diaria, desestabilizando mi entorno continuamente. Poniendo en evidencia la violencia de éste sistema, señalando que éstos límites del género son una frontera activa que defiende su legitimidad a todo costo.
Éste nuevo acercamiento me hizo caer en cuenta que al enfocar mi atención en  las macropolíticas que regulan las subjetividades, dejé de lado observar cómo éstas también funcionan en mi cuerpo. Cuando saturé mi performatividad masculina por medio de ésta construcción corporal, volví a quedar en evidencia como un cuerpo abyecto, cuando se intensificó mi dificultad de habitar la vía pública, quedando continuamente expuesta como una corporalidad vergonzante, reconocí entonces a través de ésta experiencia, que la disciplina que era impuesta desde la vigilancia de los demás hacia mi, era la misma que dirigía hacia mi misma, en donde alejarme mucho del género me producía, miedo a ser castigada, por lo tanto mi subjetividad debía vigilarla también.
[19]         “Esa no soy yo” expone muy bien esa situación, pues, parte de la movilidad emotiva que me produce la regulación de género que se ejerce en los baños públicos a través de la mirada, con respecto a las feminidades normativas heterosexuales, puesto que mi cuerpo está marcado como usurpador de la identidad masculina y su viabilidad se ve restringida en este espacio por eso.
Para éste ejercicio quise generar un dispositivo para insertarlo en los baños públicos de un centro comercial, que redirigiera la mirada y diera cuenta de lo que allí sucede, así que velé la superficie del espejo y conservé sólo la frase inscrita, recordando que la imagen del reflejo no es la que me corresponde, eso que yo debería ser no soy, yo no cumplo la heteronorma, de ésta manera para mi entrar a un baño público me sitúa como sospechosa en una feminidad que es aprobada entre mujeres, en donde asiento con ellas por medio de ésta pieza esa no soy yo, marcando éste baño como impropio y acercando a la participante del espejo situado en el cubículo del baño, a mi experiencia del reflejo femenino velado, en donde ésta experiencia es desconocida por la mayoría de usuarias de los mismos.
La pertinencia de resistir el género con el cuerpo, está dada en que nuestro cuerpo es el lugar donde funcionan esas políticas y son nuestras corporalidades lo que buscan producir e intervenir. En este sentido, resistir desde allí debe ser un frente principal, porque permite desestabilizar este sistema en la acción misma, resistir sus normativas es algo muy simple pero constituye una acción extrema que actúa sobre la vida diaria.
[20]         Por eso ahora reconocer la artificialidad de lo femenino, implica potenciar mi masculinidad femenina, en donde puedo actuar la norma de género a mi beneficio, a través de la performatividad protésica, apropiándome de la masculinidad , como también constituya el salto a la norma como acto subversivo que me posibilita, hacerme un cuerpo, un cuerpo que yo deseo, la encarnación de los ade_manes en cuerpo ajeno.









Andrea Barragán
2012



[1]          Según la RAE ademanes se refiere a un movimiento o actitud del cuerpo o de alguna parte suya, con que se manifiesta un afecto del ánimo. La apropio  para éste trabajo la apropio como un término que se referirme a lo preformativo de la masculinidad, puntualmente a los ade_manes que reconozco como gestos, pero también acciones. Lo particular de ésta palabra y es por lo que me parece pertinente utilizarla es que ademanes señala gestos tan nimios e irreconocibles, indistinguibles, que quedan en un esfera que es la del silencio y lo innominable  que, en el contexto de este trabajo apunta a la semiótica de las masculinidades en cuerpo ajeno, que desde mi lugar de enunciación sería la masculinidad femenina en mi cuerpo lesbiano.
[2]          Utilizo el término abyecto para referirme a una reacción que genera el ser interpelado por algo que sin pensarlo se rechaza. Hace alusión a la repulsión absoluta que se manifiesta a través del asco, el rechazo, lo insoportable, lo inadmisible, que con respecto a la relación de los sujetos, ésta relaciones negativas hacen que el sujeto sea abyectado de la esfera social.
[3]          Intervención de la artista colombiana Doris Salcedo en la ‘Sala de turbinas’ de la galería Tate Modern en el año 2007, en la que la artista construye una grieta en el piso de esta galería de Londres.
[4]                Palabras de la artista para el artículo de la BBC mundo en Internet.  “Doris Salcedo: canto contra el racismo” de Manuel Toledo, 2007. http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_7035000/7035694.stm
[5]          Butler, Judith. ‘Deshacer el género.’ Ed. Paidós. 1990
[6]          Opie, Catherine. “Autorretrato”. 1993.
Hazekamp ,Risk . “Bajo la influencia/Catherine Opie”. 2007.
[7]          Concepto utilizado por Olvido Gara en Carta Abierta,  programa cultural español de la cadena televisiva TVE.
[8]          Platero, Raquel Lucas,La masculinidad de las biomujeres: marimachos, chicazos, camioneras y otras disidentes.” Jornadas Estatales Feministas de Granada. Mesa Redonda: Cuerpos, sexualidades y políticas feministas. o6 de Diciembre de 2009
[9]          Estos calendarios fueron repartidos indiscriminadamente a principio del año 2008, pasándolos de mano en mano, también los difundí dejándolos en las calles, las peluquerías en los bares, en los buses, sin establecer un público especifico al que debiera llegarle.
[10]         “ Drag Kings, Transformismo con pantalones /Serguei Ltda.” Cartel Urbano, Ed. 37, p. 62, 63 Fotografía: Mauro Raigoza.
[10]         BUTLER. “El género en disputa” P. 96 Ed. Paidós. 2004
                 
[11]         Barragán, Andrea, “Calendarios Serguei Ltda.”1998.
[12]         BUTLER. “El género en disputa” P. 96 Ed. Paidós. 2004
[13]         “Sin  Vergüenza” Performance del proyecto Serguei Ltda. en el Museo de Antioquia para el bicentenario en la exposición: “Colombias 200 años, historias imágenes y ciudadanías” .2010
                                                    
[14]         Grupo de rock español de punk y gótico de la década de los ochenta, al que se considera iniciador de una corriente de sonido oscuro dentro de la llamada movida madrileña.
[15]         Serguei Ltda. en las presentaciones de la convocatoria de Transposiciones, un proyecto de Mapa Teatro con apoyo de la Alcaldía de Bogotá. 2011. Fotografía: Alfonso José Venegas.

[16]         http://www.youtube.com/watch?v=zBSasQbniYI&feature=plcp
[17]         PLATERO, 2009.
[18]         Preciado, Beatriz. “Testo Yonqui”. Ed. Espasa. P. 33
[20]         BARRAGÁN. “Fuck it” Fotografía digital. 2012

1 comentario:

Onyainna Mai Vayaina dijo...

Muy interesante. Me gustó mucho el artículo.