lunes, 9 de agosto de 2010

FUERA DE LUGAR




Fuera de lugar se origina al tomar consciencia de la disonancia entre

las imágenes difundidas sobre el fútbol femenino y las de la publicidad
de las “chicas águila”. Para evidenciar ésta dualidad realicé un diorama
en el cual estas dos realidades se ven obligadas a dialogar, a tocarse
directamente como metáfora del papel de la mujer en el contexto colombiano,
ya que cada una posee un significante diferente en el subconsciente
colectivo.

La obra presenta por un lado la imagen de las “Chicas águila” y por el otro
la de un partido de las niñas de la selección colombiana Sub – 17, con esta
disposición se pretende señalar que las figuras femeninas que promocionan
el fútbol no se asemejan a las que lo juegan; pues las dos imágenes nunca
circundan el mismo contexto. La primera está hecha para hombres y la otra
es producida por mujeres, en un mismo nivel semiótico el sujeto femenino
es primero “representado”, en una imagen generada por el imaginario
masculino, mientras que la realidad es relegada a las antípodas en la
segunda imagen, que sí es el resultado de la realidad, entonces no cabe más
que preguntarse: ¿por qué el imaginario no parte de la realidad?.

La respuesta está en que ésta visión es convexa, es una dislocación
significativa de la realidad que no hace más que evidenciar que el sexo y
el deseo es lo que vende, así pues la mujer es objetualizada y se convierte
en fetiche, el cual no se crea a partir de la realidad sino en una fantasía en
la que las mujeres comunes no figuran. Por éste mutismo de lo“ real” las
mujeres fueron agentes pasivos y casi ausentes por años en éste deporte,
fenomenología que se extiende, aún hoy, en numerosas prácticas y oficios
de la sociedad, en las cuales los hombres se perpetúan como únicos
protagonistas.
Así la imagen de las chicas de la sub 17 se convierte en una imagen infra-
real, en el momento en que realice ésta obra (mayo del 2008) no se les
dio la difusión mediática correspondiente a una selección campeona de la
CONMEBOL, y esta condición resulta obvia cuando se entiende que el fútbol
es un ritual masculino por excelencia; por ende la presencia femenina ha sido
casi nula, no se le permite una visibilidad real a la mujer como sujeto, tan sólo
existe en la pose, exhibiéndose como las chicas águila, a modo de objetos,
ficciones de la realidad silenciada.

Formalmente Fuera de lugar es un dispositivo que funciona por la
contraposición de dichas imágenes en un ángulo de 90º; en cada uno

de los lados de los diez ángulos se dispone una parte de la imagen total
(chicas águila) y en el otro la otra (selección sub-17), así el espectador se
ve obligado a desplazarse de lado a lado para poder ver ambas imágenes,
recorrido que materializa lo troceada que se encuentra la realidad de la
mujer como sujeto y enfatiza la ambivalencia del papel de lo femenino
en esta facción sociocultural colombiana. Esta disposición física de las
imágenes sugieren un punto ciego, ninguna de las dos puede ver a la otra,
es ahí donde lo bidimensional es rasgado, fragmentado y yuxtapuesto para
remarcar la inminente brecha semiótica, que sólo regresa a la unidad para
volver a desplegarse en otra lectura. Ésta reedición de la realidad, dada
por el recorrido de izquierda a derecha, es decir se lee desde las “chicas
águila” hasta las jugadoras de fútbol, propone romper este mito femenino y
así presentar a las mujeres reales que también juegan fútbol, cuestionando
esa periferia a las que nuestro imaginario de las “chicas águila” las había
desplazado.
Esta metáfora sirve de igual modo para resaltar esa bidimensionalidad
material que juega a ser tridimensional, esa imagen que juega a imponerse
a la realidad y que choca con la misma, así la construcción visual de Both
Fields indaga en la relación dialéctica que estas mujeres ejercen en la
sociedad colombiana, en el discurso que construyen y en la pretendida
unidad existencial que debiera de prevalecer en lugar de la imposición de lo
irreal sobre lo real.

Finalmente Fuera de lugar pretende generar una tensión que se desprende

desde la hegemonía de lo falocéntrico hasta la periferia, en donde la otredad
cobra valor por sí misma, para desdibujar los imaginarios impuestos por la
supremacía cultural, busca dislocar nuestras perspectivas convencionales
al tomar la fragmentación visual como camino hacia una autocrítica, hacia
un análisis de lo que significa “ser mujer” y del significante en que este “ser
mujer” se traduce socialmente para redisponernos en el contexto como
sujetos activos y equitativos; sujetos en busca de enfoques comunes que
nos unan como colectivo y que evite esa partición ajena, esa partición
prefabricada por lo masculino.

Andrea Barragán



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